El Valle de las Tristezas (Tatacoa)

Tatacoa Desert

Así lo Vivimos

Tuvimos un día bastante agitado, pues estuvimos caminando San Agustín – Huila lo más que pudimos para alcanzar a conocer, en un día, un pueblo con una gran riqueza histórica como lo es este. Llegada la noche sólo queríamos descansar lo más que pudiéramos, pues a la mañana siguiente nos embarcábamos para nuestra travesía en El Desierto de la Tatacoa. Cuentan que su nombre lo recibió por los españoles ya que estos se referían así a las serpientes de dos cabezas que aparecían en la zona, así mismo fue llamado El Valle de las Tristezas. Este desierto es un escenario natural con más de 300 km por conocer, explorar y admirar, siendo identificado como el segundo desierto en Colombia con mayor extensión, formado a partir de la erosión de la tierra y el paso de los años; un lugar que sencillamente vale la pena conocer.  Teniendo esto en mente no sería en vano la madrugada que nos esperaba al siguiente día.

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Aquella fue de esas mañanas en las que pesa para levantarse, con una cama que se aferra a uno y un cuerpo que no quiere responder, pero el objetivo era claro y tiempo no teníamos. A las 5am sonaron casi 1000 alarmas, (o bueno, así lo sentimos, en realidad eran como 6 de todos los celulares de los parceros con los que viajábamos), una a una se fueron callando  mientras todos, con apariencia casi zombie, se iban poniendo de pie y comenzaban a dejar todo listo para salir. El bus nos esperaba a las afueras de la finca donde nos habíamos quedado y la flota que nos llevaría a la ciudad de Neiva no daba espera pues salía a las 5:30; cada uno, cual reloj sincronizado, empacaba e iba saliendo; eso sí, no falta nuestro warrior más fiel que tiene como costumbre tomarse su tiempo. Llegamos pues al centro de San Agustín donde salen las flotas para Neiva, y mientras el bus se alistaba para arrancar hicimos entre todos, cual Mac Donal’s, 14 sándwiches para nuestro desayuno  en menos de 5 minutos. De esa manera empezábamos nuestra travesía.

 

Un viaje de San Agustín a Neiva en flota demora 5 horas normalmente, pero nos tocó el bus lechero (el que para en cada pueblo que pasa), así que fueron casi 6 horas.  En el trascurso de este viaje podés comprar achiras que son típicas de la región, también puedes comprar torta negra, quesillo, pomarrosa que es una fruta también de la región, esto logra que se te haga más llevadero el viaje. Llegamos a Neiva al medio día, donde ya nos esperaba una van que nos llevaría hasta El Desierto de la Tatacoa.

De Neiva a la Tatacoa hay de 40 min a 1 hora, y mientras el bus se acerca sientes que el calor cada vez es más intenso, comienzas a notar como el paisaje verde se va transformando en un bosque árido y aparecen los montículos, las formaciones de tierra roja que te acompañan en gran parte de este desierto, los cactus de diversos tamaños que reemplazan a los árboles verdes, un cielo azul intenso y el sol incesante; cuando estás ahí te dan ganas de comenzar a caminar, a explorar todas sus formaciones que, al adentrarse, parece que formaran distintos laberintos; pero antes de aquello nos encontramos con nuestro guía, quien más adelante sería el encargado de enseñarnos todo lo necesario sobre el desierto. Antes de empezar con nuestro recorrido almorzamos en el Rincón del Cabrito, ¡no vayas a dejar de almorzar en este lugar, pues su plato típico te dejará con ganas de repetir!

Nuestra primera parada en el desierto fue en la vista al “zoológico”, el cual está compuesto por las formaciones rocosas. Desde allí, con una imaginación que trascienda, se pueden observar tortugas, aves, tigres, e incluso serpientes. ¡Sólo un poco de imaginación y ten por seguro que verás más de lo que esperas!  Después de sacar unas muy buenas panorámicas nos dirigimos al desierto gris, más exactamente al valle de los xilópalos (formaciones de madera fosilizada), allí puedes llegar caminando, en bici o en caballo, nosotros lo hicimos a pie, un recorrido de una hora (o lo que te quieras tomar, realmente en este espacio es a tu gusto) que empezamos sobre una pequeña montaña que para ese entonces guardaba aún algo de verde. A lado y lado del camino se pueden encontrar distintas formaciones de cactus, flores propias del desierto, algunas orugas de cabeza roja, y siempre en la lejanía un paisaje definido por su alteración rocosa, en este caso completamente gris, que te marca la pauta del lugar a donde vas y de lo que te espera.  Para estas caminatas te recomendamos llevar repelente pues los mosquitos abundan y no querrás tener tus piernas como una crispeta al final del día. En este valle encontrarás el camino de la serpiente: pasadizos que dan la sensación de estar dentro de un laberinto sin salida; su piso es arena gris y sus muros formaciones de tierra gris. Cuenta nuestro guía que estas formaciones tienen su origen hace muchos años atrás en piedras volcánicas.

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Hacia las 5 pm pasamos por el sector de los hoyos donde se ubican unas piscinas, sin embargo, nuestro objetivo era llegar al Congreso de los Fantasmas, llamado así porque el aspecto de aquella formación de piedra da la impresión de que se hubiera reunido varios espantos. Allí terminamos nuestro recorrido en el desierto gris de la Tatacoa, esperando la noche para poder observar el cielo mágico que deslumbra las noches en este valle, así como nuestro día 2 en el que caminaríamos el desierto rojo.

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Otra reco: lleven bastante líquido, un buen par de tenis y un guía, esto último es fundamental pues te puedes perder una vez te adentras en el desierto, ya que allá parece que estuvieras todo el tiempo recorriendo laberintos y pasando por zonas iguales entre sí.

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Nuestro día dos: El Desierto Rojo

Empezamos el recorrido hacia las 10 am, una buena hora ya que el cielo ese día estaba un poco nublado y facilitaba el caminar en la zona. El desierto rojo de la Tatacoa tiene una forma diferente al gris, ya que está formado por pequeños montículos en forma de ramificaciones que se extienden en toda la zona, y  van desde los 50 cm hasta encontrarse algunos de más de 4 metros de alto;  ahora el lugar cuenta con varios carteles donde se prohíbe el pararse o caminar sobre ellos, pues esto hace que se vayan deteriorando. En este desierto encontrarás diferentes formas de cactus, y durante el recorrido podrás subir y bajar pequeñas montañas, así como realizar diferentes fotos.  Nuestra reco para esta zona, (y debido a  la hora en que la caminamos), es que no dejes de llevar bloqueador solar, así mismo ropa que te cubra manos, cuello y cara, pues apenas comienza a salir el sol realmente se siente como quema; también mucho líquido, ya que nos pasó que llegando el medio día ya nuestras reservas se habían acabado, pues el calor que hace provoca que uno tome de más. Para finalizar llegamos a un estadero donde tomamos guarapo, una bebida echa a base de la caña con limón que te la sirven bien fría, créeme que aquello es lo que estarás buscando después de unas cuantas horas bajo el sol intenso.

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Sigue nuestra crónica: en nuestra siguiente entrada donde podrás encontrar datos de interés como el hospedaje, otras actividades para hacer, el cómo llegar, y algunos valores para que podás armar tu viaje.

 

 

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