Archipiélago de San Bernardo – Casa en el Agua e Isla Roots

¡Así lo vivimos!

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El camino 

Cali

Buscando el próximo destino y una nueva experiencia para vivir dentro de nuestra maravillosa Colombia, nos encontramos con un lugar muy sonado en el círculo de viajeros tanto extranjeros como locales: una Casa en el Agua; poco sabíamos de ella por lo que nos dimos a la tarea de investigar, encontrándonos que queda ubicada en un paraíso colombiano, una zona de reserva natural como lo es el archipiélago de San Bernardo e Islas del Rosario, al norte del golfo de Morrosquillo en el límite del departamento de Sucre y de Bolívar, donde según sus habitantes todo empezó hace ya más de 90 años con las primeras personas que llegaron a la zona. En ese entonces los pobladores eran en su mayoría pescadores que en sus largos viajes decidían descansar en las diferentes islas, y que con el paso del tiempo se fueron asentando hasta crear una comunidad, un pueblo cuya economía primero estuvo basada en la producción de coco, después en la pesca y actualmente en el turismo y la pesca.  Al conocer esta historia supimos que estaríamos en un sitio con diversas historias y el viaje cobró mayor interés.

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En la investigación también nos enteramos de que al archipiélago lo conforma un complejo de casi 10 islas, una ya desaparecida porque el mar se la trago o la tapo con el tiempo (Isla Maravilla), otra de ellas el Islote de Santa Cruz  (la isla más densa en población del mundo); y ahí ya nos entró la curiosidad por saber cómo viven en este lugar, cómo es su gente, y por otro lado conocer las playas paradisíacas de Isla Múcura y Tintipán, que prometían ser de arena blanca y aguas coralinas, donde lo peor que podría pasarnos es que quisiéramos perdernos en sus eternos atardeceres, o quedarnos para siempre en sus noches de cócteles de la Casa en el Agua, practicar incansablemente los deportes extremos  en su mar que, según nos comentaban otros viajeros, era casi una piscina natural, o dejarnos llevar por la intriga ante unas aguas que brillan en la oscuridad por un supuesto plancton luminoso. Y así, teniendo diferentes recomendaciones, se convirtió en nuestra próxima parada.

Desde Cali -nuestra sucursal- se pasa en avión hasta Montería, haciendo escala en Bogotá. En Montería emprendés en flota hasta Coveñas o Tolú, y al otro día (muy temprano) te dirigís al puerto de Tolú desde donde salen las lanchas que llevan mar adentro y bordeando el golfo de Morrosquillo hasta el complejo de islas y nuestro destino Isla Roots Hostel, en Tintipán.

Iniciamos en Cali a las 4am, nuestro destino ya nos esperaba. El vuelo salía a las 5:30 am del aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón con escala en Bogotá, así que creo ya íbamos un poco tarde, como es costumbre de muchos colombianos y del warrior que les escribe. Siempre confío en que se me dan unos “5 minuticos más”, pero aún así realizamos nuestra travesía al aeropuerto lo más rápido posible llegando con el tiempo en el límite, tanto así que incluso nuestras mochilas tuvieron que viajar en otro vuelo. De esta manera empezamos el viaje que duraría casi 15 horas para llegar a Coveñas, la primera parada en nuestro recorrido.

 

Montería

Sobre las 4PM llegamos a Montería. La humedad y el calor ya tenían sus efectos de porosidad sobre la piel y las camisas, mejor dicho, ¡ya estábamos bien descongelados!

Mientras recogimos las maletas y salimos del aeropuerto para buscar un bus de servicio público amarillo que pasa cada 5 minutos y está ubicado a la esquina izquierda de la salida, nos dimos tiempo para apreciar la belleza monteriana y cordobesa. Pensando en eso nos subimos al bus que nos llevó hasta la terminal de buses de Montería por $2.200 pesos haciendo un recorrido de 30 – 40 minutos permitiéndonos ver el río Sinú y conocer su paisaje.

 

Sobre las 5:30 PM, y después de comprar unos doritos mega queso que sabían a gloria pa’ calmar el hambre, (porque la almorzada en aeropuerto es un golpe duro a la economía del viajero), arrancamos en el bus de transportes Torcoroma aromatizado a doritos mega queso y al boyo dulce que te venden en los buses de la región como una especie de pasabocas.  Esa tarde-noche el trayecto a Coveñas, donde lograríamos descansar, tardó unas 2 horas con 15 minutos y estuvo acompañado por una temperatura que rondaba los 34 °C.

 

Coveñas

El hospedaje llamado La Góndola, ubicado en el sector de La Caimanera a 5 minutos en bus después de pasar Coveñas vía a Tolú, es un lugar bastante agradable por su cercanía a una playa deliciosa en la que podés disfrutar del paisaje tanto en la noche como al amanecer sin problemas, así como encontrar algunos personajes entonados amenizando el sabor del lugar con música.

Muy a las 4:30AM tuvimos un desayuno con arepa de huevo, chocolate y  pan, apenas pa’ comenzar el día y esperar después, sobre la orilla de la carretera, un bus con destino a Tolú que en unos 20 minutos y algo más, nos dejaría en el muelle del pueblo.

 

Tolú

Llegamos al parque central de un pueblo pequeño pero acogedor, que cuenta con un gran paisaje sobre sus playas y una alcaldía muy bien decorada; allí nos encontramos con otros warriors provenientes de Ocaña y Bucaramanga que habían adelantado la gestión para abordar la lancha. Sobre el muelle hay varias agencias náuticas que te ofrecen el servicio hasta el archipiélago de San Bernardo por valores entre los 30 y 45 mil pesos, ya eso dependerá de tus habilidades de negociación. Esperamos un rato a los amigos de Santander que se habían permitido conocer Tolú en la noche, y ya sobre las 9:30AM salieron todas las lanchas del muelle de Tolú con destino al archipiélago, con todo el equipo Warrior Backpackers incluido.

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Tolú – El malecón

Archipiélago de San Bernardo

El viaje en lancha hasta las islas que componen el archipiélago (Boquerón, Palma, Panda, Mangle, CeycénCabrunaTintipánMaravilla y Múcura, y un islote artificial: Santa Cruz del Islote) dura 1 hora y 30 minutos aproximadamente.

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Mientras te vas adentrando en mar abierto puedes observar cómo el color del agua va  pasando de un café oscuro en algunas partes hasta un tono azul oscuro que aclara poco a poco; por un momento da la impresión de que alrededor tuyo sólo hay mar, pero después y muy al fondo del paisaje alcanzas a divisar aún el continente, parte del golfo de Morrosquillo, sin contar que como todas las lanchas salen simultáneamente puedes observar también las demás embarcaciones cerca.  Una hora después de estar navegando, van apareciendo de una en una las islas ya mencionadas: la primera es Boquerón que junto con la península de Morrosquillo marcan el límite en que se dividen los departamentos de Sucre y Bolívar, un punto desde el que se pueden divisar las islas restantes; seguido te encuentras Isla Palma con una playa espectacular aunque privada pues ya sabemos que el complejo hotelero se encuentra en este lugar, después siguen Panda y Mangle, dos pequeñas islas con características similares, rodeadas de barreras de coral, un mar cristalino, y un manglar que también “abraza” buena parte de todas las islas. Durante el recorrido, los lancheros se encargarán de explicarte por cuál isla estás pasando y dar una pequeña intro que te servirá como conocimiento del lugar.

 

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Sobre la marcha se van bajando pasajeros. Para muchas personas su destino es Múcura, la isla de mayor tradición ya que cuenta con diferentes playas para turistas, todas ellas de arena blanca y de bajo oleaje que la hacen ideal para pasar el día; allí mismo se encuentra Punta Faro, el hotel más tradicional que es atendido en un gran porcentaje por personas de la región, convirtiéndolo también en un motor para la economía del archipiélago. Finalmente continuamos hasta llegar al que sería nuestro destino de alojamiento: Casa en el Agua e Isla Roots hostel, ubicados justo frente a Tintipán y Santa Cruz de islote.

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Isla Roots

Nuestro intención originalmente era alojarnos en la popular Casa en el Agua, pero debido a la gran demanda y acogida que tiene el lugar, no fue posible encontrar alojamiento. Sin embargo no todo estaba perdido ya que de los mismos creadores de la Casa en el Agua, a 300 metros crearon un nuevo hostal llamado Isla Roots, el cual tiene tan sólo unos dos meses de haber abierto sus puertas al público. Al alojarte aquí tenés derecho a acceder a una pasadía en la Casa en el Agua con un costo de 25 mil pesos.

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Llegamos por fin a nuestro destino: Isla Roots Hostel, ubicado a 2 minutos en lancha desde la Casa en el Agua. Al principio sólo divisas un techo en forma de triángulo que se alza por encima de todo el mangle de la zona, mientras la embarcación se abre paso lentamente en las aguas de un mar claro y  de poca profundidad que permite  ver algas, estrellas de mar, y otras especies más de fauna marina. Esa mañana el cielo que nos recibió era el mejor, completamente despejado mostrando un azul claro que no sólo anticipaba la más deliciosa de las estancias en el lugar, sino que también contrastaba con el verde de los manglares y el colorido Hostel que nos esperaba con las puertas abiertas.  El ambiente de tranquilidad se respiraba en la zona. Al atracar en el muelle nos recibió Hugo, el anfitrión encargado del Hostel de quien ya les hablaremos más adelante, que con su amabilidad y constante preocupación por nuestra diversión y comodidad, hizo de nuestra estancia allí un experiencia de “hotel cinco estrellas”.

Llegamos pues a Isla Roots y desde el momento en que pisamos el lugar sentimos paz y ese sabor de relajación y tranquilidad que se halla en el Caribe, en  su sol, su mar y playa; también nos encontramos con una isla mágica, una casa de tres pisos en madera y un muelle en la parte trasera perfecto para tomar el sol o ver el atardecer.

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Como mencionamos anteriormente, allí nos encontramos con Hugo Hoyos quien administra el lugar, así como con Eddie, el lanchero y colaborador en el hostal que nos atendió siempre con una excelente actitud y buena vibra. Nos instalamos e hicimos un recorrido para conocer el lugar, veníamos con algo de hambre y estábamos que le pegábamos a los aliños, razón por la que de una vez fuimos al plato. ¡Un almuerzo y una comida deliciosa para quienes la probaron! Allí te podés encontrar un almuerzo desde los 20 – 25 mil pesos, o también tenés la opción de llevar tus propios enlatados y hacer tu comida sin usar la cocina porque no se permite, ellos te facilitan platos y cubiertos pero nada para calentar, porque hay que entender que es parte de su negocio incentivar el consumo. Así mismo, las bebidas y licores de afuera se puede ingresar después de cobrarle un 3% de descorche, lo cual es una buena opción para quienes les gusta la cerveza y demás, considerando que la variedad de licor en el lugar no es mucha.

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Almuerzo en Isla Roots

En tanto terminamos de almorzar nos dedicamos a hacer parte de las actividades que ofrece el lugar, una de ellas el wakeboard. (Ver detalle en nuestro capitulo: CASA EN EL AGUA (Sí, también hay una casa en el agua).

Isla Tintipán

De Isla Roots salimos en una lancha a Tintipán, más exactamente a la zona de la playa turística de este lugar. Ahí empezamos con los pies dentro de unas botas sobre la tabla que se conecta a la lancha por un lazo muy resistente; una vez listo la lancha arrancó a buena velocidad, y el reto fue lograr ponerse de pie (sin tomar tanta agua) y finalmente mantenerse en pie sobre la tabla en equilibrio. Si nunca has practicado el deporte, es posible que te tardés en el proceso de pararte sobre la tabla o que tal vez ni siquiera podás hacerlo.

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En cuanto a la playa les podemos decir que es muy tranquila y agradable, cuenta con un restaurante y un bar por si decides tomar o comer algo; el sitio es administrado por los mismos lugareños, así que con todo lo que comprés estarás aportando a su economía sin descuidar el bolsillo ya que los precios son bastante asequibles.  Para quienes les gustan las playas con poco turista, este resultará ser el lugar perfecto.

 

Islote de Santa Cruz

Inmediatamente regresamos a Isla Roots, tomamos rumbo al Islote de Santa cruz, conocida por ser una isla pequeña, pero catalogada como la más poblada del mundo. Sobre las 7PM llegábamos al Islote y aquí uno de los viejos lugareños nos sirvió como guía del lugar; el hombre nos contaba que la historia de la isla se remonta a 300 años, cuando las personas que trabajaban (como pescadores, lancheros, cocineras, entre otros) en las islas turísticas como Barú, Múcura, Isla Palma, y que procedían de Tolú o Cartagena, comenzaron a asentarse bajo chozas en el islote buscando tener un poco de cercanía a sus sitios de trabajo, y una vez allí formaron un gran linaje familiar donde todos son parientes. Actualmente habitan 496 familias y hay aproximadamente unas 196 casas sobre el islote, donde además, gracias a la donación por parte de la alcaldía cartagenera de  grandes paneles solares y plantas que les permiten tener electricidad, manejan su propio centro de salud y escuela; así mismo el alcalde y la seguridad está a cargo de todos, sin policía que intervengan gracias a que sólo se presentan riñas familiares, pero nada grave que pase a mayores.

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La isla cuenta también con un acuario artificial creado por un pescador que comenzó a recolectar grandes peces y especies marinas como cangrejos, estrellas de mar y un tiburón al que le dicen “el tiburón bobo” porque no se alimenta de humanos, lo que permite que ellos ingresen a abrazarlo o tocarlo sin problemas, aún cuando dicen, a forma de broma, que es el tiburón bobo hasta que le da hambre.  Las calles son estrechas, entre una puerta y otra no existe mucho recorrido, su suelo no está pavimentado, se encuentran algunos graffitis, escritos con mensajes hacia dios o reflexiones hechas por los habitantes en las paredes de las casas, las cuales son también de distintos colores, algunas en ladrillos y otras en obra negra, todas con un espacio interior bastante pequeño pero con lo necesario para vivir, entre eso un buen televisor y un buen equipo de sonido.

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Mientras se avanza por los distintos pasadizos o caminos del islote, es posible darse cuenta de la alegría de la gente: la gran mayoría se encuentra fuera de sus casas escuchando música, bebiendo y bailando, los niños corriendo en sus juegos por los pasadizos, todo en un ambiente festivo, sin mayores preocupaciones y con lo suficiente para vivir felices. La isla tiene también una plaza central donde realizan reuniones importantes, y donde le dan el último adiós a esos que ya no estarán más; para el mismo fin cuentan con una lancha fúnebre  y un cementerio que se encuentra en isla Tintipán. Finalizando el recorrido en la isla puedes dejar algo de colaboración pal’ guía y sacarte la foto. Realmente es un lugar que vale la pena conocer, pues se percibe como una gran casa con pasajes y pequeñas casas dentro de ella.

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De regreso comimos con rapidez antes de arrancar para la actividad del plancton. Teníamos gran expectativa por este parche y lo que se podríamos ver en él; así que en horas de la noche, después de apagar las luces del hostal Isla Roots, pudimos meternos al mar y experimentar la experiencia por nosotros mismos.  Lastimosamente el plancton no logra quedar en registros audiovisuales porque son unas especies que al contacto con la luz de las cámaras no continúan brillando bajo el agua, y el éxito de observarlos está cuando te sumerges, te mueves y ellos empiezan su gran iluminación que los asemeja con luces o bombillos led verdes pequeños que brillan en el mar. ¡Es una gran experiencia! Si estás con tu grupo de amigos la pasarás genial pues la idea es nadar en una zona profunda y oscura, dejar que estas pequeñas luces del mar te sorprendan y al salir del agua  encontrarte con un cielo de infinitas estrellas.

Recomendación: no vayas a soltar la careta.

A a las 10:30 PM nos encontrábamos de nuevo en Isla Roots, ahí  algunos comimos con los alimentos enlatados mientras otros probaban algo de la carta del lugar. En el hostel la luz se activa después de las 9PM, pues la energía se genera en una planta eléctrica que se recarga de gasolina y funciona hasta la 1AM, junto con el bar en el que podés disfrutar buenos cócteles.

Por cierto, quienes aspiran a estar conectados a las redes o telefónicamente deben saber que no todos los teléfonos logran tener red allá, que sólo hay un espacio en el tercer piso en el que se ubican las hamacas y donde logra coger la señal por lapsos de tiempo. Aunque no olvides que el lugar es en realidad  un espacio para relajarse y disfrutar.

A la mañana siguiente comenzamos el día practicando subwing en el otro lado de la Isla Tintipán, la cual posee una playa que parece estar completamente virgen a excepción de un par de grandes casas sobre el lugar, lo que le permitió al gran Eddy, el lanchero, encontrar un lugar en esta playa sin turistas y con mucha naturaleza, llena de paz y tranquilidad.

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El subwing se realiza bajo el agua, tomando con las manos una tabla a la que le puedes mover cada uno de los extremos de forma independiente, con la finalidad de lograr maniobrar una vez sumergido y observar con la careta los diferentes corales y especies marinas. Es importante que sepan que esta actividad se realiza en una zona del mar profunda, ya que logras sumergirte casi 20 o 30 metros, y si inclinas las dos aletas de la tabla hacia adelante en 5 segundos estarás al fondo y sin chaleco, razón por la que si no sabes nadar, la actividad la realizás bajo tu propia responsabilidad. También hay que tener en cuenta que que la velocidad de la lancha te hala fuertemente para tomar buena profundidad, y la actividad tiene duración de 30 minutos.

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El resto del día lo pasamos en Isla Roots, por lo que nos recomendaron quedarnos en la zona que adecuan para bar a ver el atardecer, un espectáculo con una duración de entre 20 y 30 minutos que podés disfrutar también mientras tomas un baño en el mar. ¡No te lo podés perder!

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El dato: Deben tener en cuenta que el agua es muy importante para el lugar, ya que la de consumo y la utilizada para bañarse debe ser traída en lancha, lo que dificulta un poco las duchas y los servicios de necesidades básicas.

Isla Múcura

Esta es la isla más conocida de la zona. Tal vez por ser la más grande, allí pueden encontrar una serie de hostales (Hostal Isla Múcura) con servicios de camping, así como el Hotel Punta Faro bastante adecuado para los viajeros sibaritas. La Isla la podés recorrer caminando sobre sus senderos hasta llegar a la zona de baño turístico en la playa. En la isla ya se asientan algunas familias de trabajadores de la misma forma que en el Islote de Santa Cruz.

 

Casa en el Agua

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Ya de regreso visitamos Casa en el agua y nos encontramos (¡por fin!) con nuestro objetivo final de viaje: una party hostel en concepto, con mucho visitante europeo en el lugar, juegos de azar, algunos practicantes de skyline y un segundo piso en el que se encuentran cuartos de pareja, habitaciones compartidas y hamacas con lockers para dormir y pasar la noche, con un ambiente muy agradable para compartir y familiarizarse con todos los huéspedes. También podés realizar actividades como paddle y disfrutar de una gran bebida en el bar en el agua con su happy hour.

 

 

Cartagena

Desde Casa en el Agua se toma la lancha de regreso ya sea para Cartagena o para Tolú, dependiendo de cuál sea su ruta de regreso. Este viaje toma unas dos horas aproximadamente llegando al muelle de San Blas en Cartagena muy cerca del conocido centro de convenciones.

En esta capital nos alojamos en un cómodo, nuevo y formidable hostal antes de regresar a nuestras ciudades de orige. Sin embargo antes aprovechamos para turistear un poco a Cartagena, para ver el atardecer, los bailes en la plaza de La Basílica de San Pedro, y cerrar la noche en un lugar como la Havana, pues al buen caleño, después de un par de días, la salsa y el esqueleto ya lo llaman, (o al menos así dice el adagio popular), ¡mejor dicho!, preguntarse a los cuántos días sin bailar salsa uno se muere, es lo que lo motiva a rematar con este plan en un lugar agradable y con buena música para tirar paso.

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Los personajes del viaje.

 

Eddy, nuestro guía en el archipiélago:

En todas partes siempre conoces personas con una historia que contar, y esta vez no fue la excepción. Nuestro guía y “Uber lancha” en el archipiélago fue el Viejo Eddy, (realmente es Joven), pues para cualquier paso fuera de Isla Roots él estaba ahí, ya fuera para hacer wakeboard subwing  o visitar el islote.

Después de escuchar tanto cuento con Eddy,  pues en cada salida tenía una historia diferente, nuestro warrior de Ocaña preguntó “Eddy, ¿qué vale ese yate, mano?”, a lo que él respondió “Jum, ¡como mil millones!”, y entrados ya en confianza nos contó un poco de su vida personal:

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Nació en el Islote de Santa Cruz, fue criado por su tía y su niñez la pasó con sus primos, pues su mamá vive en Montería, y su papá vive en el islote acompañado de alguien más; en su adolescencia aprendió el arte de pescar (la mayor fuente de economía de los lugareños del arrecife) gracias su padre. Eddy cuenta que no era el mejor para esta práctica, que en una de sus experiencias manejando el arpón y al pasarlo a un amigo para que lo cargara, el artefacto se disparó con dirección a un niño que los acompañaba, con la fortuna de que por cosas de dios él alcanzó a poner la mano y evitar que el arpón hiciera algún daño. Para él ese accidente fue una señal. En idas y venidas a la pesca también aprendió a manejar el motor de la lancha, pasados los años y con el turismo en crecimiento conoció a unos de los fundadores de La Casa en el Agua, quien le enseñó lo que para él es, hasta ahora, su trabajo de presencia: la atención a las personas, el ser servicial, y lo importante que es eso para un hostal.

 

Hugo, anfitrión de Isla Roots

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Era la persona que nos esperaba y que seguramente, si decides ir a Isla Roots, esperará por ti siempre amable y dispuesto a colaborar. Él se encarga de mostrarte el hostal, pues es su administrador. Es, además, todo un vacán, un duro para el weiboard y otros deportes náuticos, así que si decidís practicar algún deporte, debes saber que él será tu instructor.

Justamente en nuestro primer día decidimos salir y practicar weiboard, un buen deporte que para algunos toma más tiempo poder realizar, pero que a todos por igual les llenará el estómago con una buena cantidad de agua salada. En medio del deporte, las risas y un poco de frustración de nuestros warriors ante el weiboard, alguien le preguntó a Hugo hace cuánto estaba administrando Roots, a lo que él respondió con una historia que llega a todos los que están buscando su rumbo para hacer eso que les gusta, así como a nosotros que después de tanto tiempo decidimos reportar nuestros viajes y compartirlos con ustedes.

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“Llegue hace dos días”, comentó él, así que procedimos a preguntar qué hacía antes y cómo llegó hasta ese lugar. Cuenta Hugo que todo empezó ya hace más de seis meses, cuando en medio de una tusa decidió viajar solo a Casa en el Agua pues un amigo suyo lo invitó,  y él decidió ir sólo para quedarse algunos días en este hostal; para su sorpresa se quedó más de lo que esperaba: alrededor de 15 días. Después de su experiencia, y teniendo presente que entre sus sueños y metas estaba el tener algún día su propio hostal, decidió dejar su trabajo y muchas de las cosas que ya tenía, emprender un viaje por Europa para conocer un poco más del negocio, y llegar en el mes de julio a la ciudad de Cali para dejar su vida y emprender el viaje tras su sueño, tras un trabajo que lo llena como persona: dirigir Isla Rotts con planes y proyectos ambiciosos, tal como creemos nosotros: eligió un trabajo que le gusta, y no tendrá que trabajar ni un día de su vida, sólo vivir.

Como lo manifiesta en su frase “You don’t need a plan bro, sometimes you just need balls”, Hugo demuestra ser un ejemplo a destacar para quienes aún no se han lanzado o les da miedo intentar vivir de lo que les gusta, y entre sus planes próximos tiene pensado crear en Isla Roots un plan para los entusados que necesitan acabar con esos males de amor, ¿¡qué opinan!? No estaría nada mal.

 

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